En nuestra cultura del “hacer más”, el descanso suele ser uno de los grandes olvidados. Sin embargo, cada vez más investigaciones coinciden en algo esencial, dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica y psicológica. De la calidad de tu descanso dependen tu energía, tu claridad mental, tu capacidad de regular las emociones e incluso tu salud física a largo plazo.
Lo curioso es que, aunque la recomendación general más extendida apunta a dormir unas ocho horas por noche, no existe una fórmula universal. Cada persona tiene un cronotipo (es decir, una tendencia natural a ser más madrugador o más nocturno) y unas necesidades individuales distintas. Hay quienes se sienten en plena forma con seis o siete horas de sueño reparador, y otros que necesitan nueve para funcionar al máximo. Lo que realmente importa no es solo la cantidad, sino la calidad del sueño y el estado con el que despiertas cada mañana.
Dormir poco, dormir mal o de forma interrumpida puede ser igual de dañino. No basta con “pasar horas en la cama”; se trata de cómo transitas por las fases del sueño y de si llegas a ese descanso profundo que regenera tu cuerpo y tu mente.
El sueño como regulador emocional
Uno de los hallazgos más potentes de la neurociencia es que el descanso nocturno está directamente relacionado con nuestra inteligencia emocional. Dormir bien favorece la flexibilidad mental, la memoria y la capacidad de concentrarse, pero sobre todo nos ayuda a gestionar las emociones.
Después de una noche de insomnio, es más fácil sentirse irritable, ansioso o con menos tolerancia a la frustración. Al contrario, un descanso reparador contribuye a mantener el equilibrio, la paciencia y la motivación. Desde la perspectiva del Health Coaching, el sueño es un pilar básico porque impacta en cómo pensamos, sentimos y actuamos en nuestro día a día.
La higiene del sueño: entrenar al cuerpo y a la mente
Dormir bien no es solo cuestión de suerte. Igual que entrenamos los músculos en el gimnasio, podemos entrenar a nuestro sistema nervioso para reconocer las señales que indican que es hora de bajar el ritmo. A este conjunto de prácticas se le llama higiene del sueño, y está respaldada por la ciencia como la mejor estrategia para mejorar la calidad del descanso.
Algunas recomendaciones clave:
- Desconecta de pantallas al menos 60 minutos antes de dormir. La luz azul que emiten móviles, ordenadores y televisores inhibe la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño.
- Cena ligera y temprana. Evita comidas muy copiosas o grasas justo antes de acostarte. Lo ideal es dejar un par de horas entre la última comida y la hora de dormir.
- Ejercicio, sí, pero no demasiado tarde. El movimiento es saludable, pero si entrenas intenso por la noche puedes activar tu sistema nervioso justo cuando debería relajarse.
- Cuidado con la cafeína y el alcohol. Ambas sustancias interfieren en los ciclos naturales del sueño, especialmente si las consumes a partir de la tarde.
- Mantén horarios regulares para acostarte y levantarte, incluso los fines de semana. Tu cuerpo agradece la estabilidad.
- Diseña una rutina relajante. Leer unas páginas, estirarte suavemente, escuchar música tranquila, practicar respiración consciente o meditación guiada. Lo importante es que tu ritual sea repetible y placentero, para que tu sistema nervioso lo asocie con calma y seguridad.
Estas acciones funcionan como un “interruptor” interno que avisa a tu cuerpo de que es hora de entrar en modo descanso.
El ritual nocturno: programar la calma
Cada persona puede personalizar su propio ritual nocturno. No se trata de una lista rígida de tareas, sino de crear un pequeño guion que repitas cada noche. Por ejemplo: bajar la intensidad de las luces, preparar la ropa del día siguiente, escribir unas líneas de gratitud o darte una ducha templada.
Son gestos sencillos, pero repetidos con consistencia actúan como un lenguaje que tu cerebro entiende: “ya es momento de desconectar”. Con el tiempo, este ritual se convierte en una señal automática que facilita la transición hacia el sueño profundo.
El descanso como pequeña gran victoria
Mejorar el descanso no se plantea como un cambio radical de un día para otro, sino como una serie de pequeñas victorias que acumulan un gran impacto. Apagar el móvil antes, crear un ritual, ajustar la cena o practicar respiración son pasos sencillos que suman.
Cada vez que eliges cuidar tu descanso, no solo estás recargando energía, estás invirtiendo en tu bienestar emocional, físico y mental. Dormir mejor significa rendir mejor, disfrutar más de las relaciones, tomar mejores decisiones y vivir con más equilibrio. El descanso es uno de los tres pilares básicos de la energía vital, junto con la alimentación y el movimiento.
Alfredo Bastida Caro
Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte.