En un mundo donde parece que todos estamos siempre ocupados, escuchar de verdad a alguien puede marcar una gran diferencia. La escucha activa es mucho más que solo oír lo que la otra persona dice; es poner atención de manera plena y consciente. Es una habilidad fundamental para construir relaciones sólidas y auténticas, ya que no solo nos ayuda a entender mejor a los demás, sino también a sentirnos más conectados con ellos.
Hoy en día, muchas veces escuchamos con un solo objetivo: responder. Mientras alguien habla, ya estamos pensando en lo que vamos a decir a continuación. Esto, en lugar de acercarnos, crea barreras. La verdadera escucha activa es diferente. Nos pide que nos enfoquemos totalmente en la otra persona, dejando de lado nuestras distracciones internas y externas. Y es en esa conexión profunda donde realmente podemos mejorar nuestras relaciones, ya sean profesionales o personales.
Para aprender a escuchar de verdad, es útil entender que hay diferentes niveles de escucha. Cada uno de estos niveles nos ayuda a conectar con la otra persona de manera más profunda y consciente.
Los 4 Niveles de Escucha
Escucha Previa
La escucha previa implica prepararnos mentalmente antes de una conversación. En este nivel, anticipamos lo que la otra persona podría decir o cómo podría reaccionar, lo que nos permite estar mejor preparados para la interacción. Esto que aparentemente puede ser muy útil, en muchas ocasiones condiciona la escucha enormemente. Pongamos un ejemplo, imagina que vas a escuchar a dos personas, una que según tu criterio crees que va a decir algo interesante y la otra que, también según tu criterio, solo dice necedades. Pues bien, como tu comprenderás tus creencias previas a la conversación condicionarán lo que escuches, independientemente de que uno un otro tengan claras sus ideas.
Escucha Interna
Este es el nivel más básico y, en cierto sentido, el más común. En la escucha interna, estamos prestando atención a lo que la otra persona dice, pero con un enfoque en nosotros mismos. Es decir, interpretamos todo lo que oímos a través de nuestra propia lente: nuestros pensamientos, emociones y experiencias personales.
Por ejemplo, cuando alguien nos cuenta sobre un problema que tiene, muchas veces empezamos a pensar en cómo ese problema se relaciona con nuestra propia vida, en lugar de enfocarnos en lo que realmente está diciendo. Es una escucha egocéntrica, donde estamos más pendientes de lo que significa para nosotros, en lugar de lo que significa para la persona que habla.
Este nivel de escucha puede ser un obstáculo si queremos profundizar en nuestras relaciones. Para avanzar, necesitamos salir de nuestra propia cabeza y enfocarnos más en la otra persona.
Escucha Enfocada
El siguiente nivel de escucha implica dirigir toda nuestra atención hacia la otra persona. En la escucha enfocada, dejamos de pensar en cómo la conversación nos afecta personalmente y comenzamos a poner toda nuestra atención en lo que se está diciendo. Es en este nivel donde realmente empezamos a practicar la escucha activa.
Cuando escuchamos de forma enfocada, no solo prestamos atención a las palabras, sino también al tono de voz, a las emociones detrás de lo que se dice, y a las señales no verbales como los gestos o las expresiones faciales. Nos mantenemos presentes en la conversación y demostramos que estamos comprometidos con lo que la otra persona nos está contando.
En este nivel, hacer preguntas aclaratorias o parafrasear lo que se nos ha dicho también puede ser útil para confirmar que hemos entendido bien. Esto no solo mejora nuestra comprensión, sino que también le muestra a la otra persona que nos importa lo que está diciendo.
Escucha Global
En la escucha global, llevamos la atención a un nivel más alto. No solo estamos enfocados en la persona que habla, sino también en el entorno que nos rodea. Somos conscientes del contexto de la conversación y de cómo los factores externos pueden influir en ella.
Por ejemplo, si estamos en una reunión de trabajo y notamos que alguien parece estar distraído o incómodo, la escucha global nos permite percibir esos detalles y ajustar nuestra comunicación en consecuencia. Es una forma de estar atentos no solo a las palabras, sino a todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
La escucha global también es útil en situaciones donde el lenguaje corporal o el tono de voz pueden decirnos más que las propias palabras. Nos ayuda a captar el mensaje completo, incluidas las cosas que no se dicen explícitamente.
Hay una sencilla idea sobre la escucha que en Coaching Camp nos gusta mucho, dice así: Escuchar es amar. Escuchar es una de las formas más poderosas de demostrar amor y cuidado hacia los demás. Cuando realmente practicamos la escucha activa , no solo oímos las palabras de la otra persona, sino que también nos sintonizamos con sus emociones, sus necesidades y lo que no se dice explícitamente. Al escuchar de manera consciente y presente, les damos el espacio para sentirse valorados, comprendidos y apoyados. En ese acto de atención plena, creamos una conexión más profunda y auténtica, mostrando que lo que nos dicen nos importa genuinamente. En definitiva, escuchar es amar , porque implica poner a la otra persona en el centro de la conversación.
Entender y aplicar estos cuatro niveles de escucha nos permite mejorar la calidad de nuestras interacciones con los demás. La escucha activa no solo mejora nuestra comunicación, sino que también nos ayuda a crear relaciones más profundas, basadas en la confianza y el respeto mutuo.
Cada nivel de escucha tiene su propio valor, y ninguno es mejor que el otro. Lo importante es ser conscientes de cuándo y cómo utilizarlos. A veces, necesitaremos enfocarnos en la escucha interna para entender nuestras propias reacciones, mientras que en otras ocasiones la escucha global será clave para captar el contexto completo de la situación. Lo importante como siempre es estar presente en las conversaciones.
En definitiva, la escucha activa es una habilidad que puede transformar la manera en que nos relacionamos con los demás. Nos permite conectar de una forma más profunda y auténtica, creando un espacio donde cada persona se siente escuchada y comprendida.
Alfredo Bastida Caro. Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Cc. de la Actividad Física y Deporte.