Las conversaciones son la base de nuestras relaciones. Nos conectan, nos ayudan a entender a los demás ya ser entendidos. Sin embargo, no todas son iguales. Mientras algunas fluyen de manera natural y enriquecen a quienes participan, otras se quedan en la superficie, dejando una sensación de vacío o desconexión. ¿Qué marca la diferencia? A menudo, la clave está en las preguntas que hacemos y en la calidad de la escucha que practicamos. Como la escucha activa es muy importante por ello le dedicamos otra entrada anterior. Ahora volvamos a las preguntas.
El arte de preguntar es una habilidad que puede transformar la calidad de nuestras conversaciones. Una buena pregunta no solo busca información; invita también a la reflexión, fomenta la conexión y demuestra interés genuino. Si aprendemos a preguntar mejor, podremos crear espacios donde las personas se sientan escuchadas, valoradas y abiertas al diálogo.
¿Importan tanto las preguntas?
Las preguntas son como llaves que abren puertas a la comprensión mutua. Una buena pregunta puede:
- Mostrar interés auténtico: Cuando preguntas algo de manera genuina, la otra persona siente que te importa lo que piensa o siente.
- Fomentar la introspección: Muchas veces, una pregunta bien formulada puede hacer que alguien reflexione sobre algo que no había considerado antes.
- Romper barreras: Las preguntas adecuadas pueden generar confianza y las conversaciones facilitarán incluso en situaciones difíciles o tensas.
- Enriquecer el diálogo: Las preguntas profundas permiten ir más allá de lo superficial y explorar ideas, emociones y perspectivas.
Tipos de preguntas y cómo usarlas
No todas las preguntas son iguales, y entender su propósito es fundamental para utilizarlas de manera efectiva.
- Preguntas abiertas: Estas preguntas invitan a respuestas más elaboradas y reflexivas. En lugar de recibir un simple “sí” o “no”, quien responde tiene espacio para expresarse.
- Ejemplo: En lugar de preguntar “¿Te gustó el proyecto?”, prueba con “¿Qué opinas del proyecto y cómo crees que podría mejorarse?”.
- Por qué funcionan: Fomentan el pensamiento crítico y la conversación.
- Preguntas cerradas: Aunque pueden parecer limitadas, las preguntas cerradas son útiles cuando necesitas información específica.
- Ejemplo: “¿Asististe a la reunión del lunes?”
- Por qué funcionan: Ayudan a obtener claridad rápida, pero deben usarse con moderación para evitar que la conversación sea un interrogatorio.
- Preguntas de reflexión: Estas preguntas están diseñadas para invitar a la otra persona a mirar hacia adentro y explorar sus emociones o motivaciones.
- Ejemplo: “¿Qué crees que aprendiste de esta experiencia?”
- Por qué funcionan: Ayudan a profundizar en el diálogo ya construir conexiones más significativas.
- Preguntas hipotéticas: Ideales para explorar ideas o posibilidades, estas preguntas son perfectas para debates creativos o resolución de problemas.
- Ejemplo: “¿Qué harías si tuvieras tiempo y recursos ilimitados?”
- Por qué funcionan: Estimulan la imaginación y el pensamiento fuera de la caja.
El tono y el momento: factores clave
No solo importa qué preguntas haces, sino cómo y cuándo las haces. Una pregunta bien formulada en el momento adecuado puede cambiar el rumbo de una conversación. Aquí algunos consejos:
- Adopta un tono curioso, no acusador: En lugar de sonar como si buscaras una confesión, muestra interés genuino.
- Sé respetuoso/a: No presiones demasiado si la otra persona no está en la lista para responder.
- Observa el lenguaje no verbal: Si la otra persona se muestra incómoda oa la defensiva, ajusta tus preguntas o da espacio.
- Evita las preguntas retóricas: Estas suelen generar frustración porque no buscan una verdadera respuesta.
Cómo convertirte en un/a experto/a en preguntar
Desarrollar esta habilidad requiere práctica, pero los resultados valen la pena. Aquí tienes algunos pasos para mejorar:
- Escucha antes de preguntar: La escucha activa te permite captar detalles importantes que pueden inspirar preguntas más relevantes.
- Sé curioso/a: Adopta una mentalidad de aprendizaje continuo. Cuanto más te intereses por las personas y sus ideas, mejores preguntas podrás hacer.
- Evita los prejuicios: Pregunta desde la apertura, no desde tus propias conclusiones.
- Haz seguimiento: Una buena pregunta inicial puede llevar a una segunda pregunta aún más profunda.
Ejemplo cotidiano: cómo una pregunta cambia todo
Imagina que un amigo te cuenta que ha tenido un mal día. Una respuesta habitual podría ser: “¿Qué pasó?”. Aunque no está mal, quizás no fomente una conversación significativa. En cambio, podrías preguntar: “¿Qué te pasó y cómo te sientes al respecto?”. Esta pregunta no solo invita a compartir detalles, sino también emociones, creando un espacio más profundo para conectar.
El poder de una buena pregunta
El arte de preguntar es mucho más que una herramienta de comunicación; es una puerta hacia relaciones más auténticas y significativas. Al aprender a hacer preguntas desde la curiosidad y el respeto, no solo mejoramos nuestras conversaciones, sino también nuestra capacidad de conectar con los demás. Ahora bien, si te interesas en preguntar, sería interesante que te dispongas a escuchar.
La curiosidad es la chispa que enciende el fuego del entendimiento. —Ralph Waldo Emerson
Alfredo Bastida Caro. Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Cc. de la Actividad Física y Deporte.



