El apego no define quiénes somos, sino cómo nos relacionamos. Es un conjunto de estrategias emocionales y relacionales que desarrollamos, muchas veces desde la infancia, para vincularnos con los demás y sentirnos seguros en nuestras relaciones. Estas estrategias, aunque influyen en nuestro comportamiento, no son fijas ni inmutables, sino que pueden evolucionar a lo largo de nuestra vida, adaptándose a nuevas experiencias y aprendizajes.
Existen diferentes estilos de apego —seguro, ansioso, evitativo, desorganizado, entre otros—, pero todos tienen en común el propósito de ayudarnos a gestionar nuestras necesidades de cercanía y autonomía en las relaciones. Desarrollar un apego saludable no solo significa que podemos relacionarnos con los demás de manera equilibrada, sino también que somos capaces de estar bien con nosotros mismos. En este sentido, dos habilidades fundamentales para construir relaciones sanas y estables son la capacidad de autonomía y la capacidad de intimidad .
Capacidad de autonomía: estar a solas conmigo mismo
La autonomía es la habilidad de sentirnos completos en soledad, de tener un sentido de identidad y satisfacción que no depende de la presencia o la aprobación constante de los demás. Para muchas personas, esta capacidad puede ser un desafío, sobre todo en un mundo que a menudo valora la validación externa y las conexiones constantes a través de redes sociales y otros medios.
Sin una sólida capacidad de autonomía, es fácil caer en relaciones de dependencia, donde la estabilidad emocional depende completamente de otra persona. Esto puede llevar a relaciones poco saludables, marcadas por el miedo a la soledad y la constante necesidad de aprobación. Por ejemplo, una persona que carece de autonomía puede experimentar intensamente cuando su pareja no responde a un mensaje de inmediato o cuando sus amigos no están disponibles para quedar. Esto puede llevar a comportamientos impulsivos o incluso a conflictos innecesarios ansiedad en la relación.
Si no puedo estar bien conmigo mismo, ¿Cómo puedo construir una relación equilibrada con alguien más? La falta de autonomía nos limita y nos empuja a buscar relaciones para llenar un vacío interno, lo que puede ser una base inestable para cualquier vínculo. Practicar la autonomía implica aprender a disfrutar de nuestra propia compañía, desarrollar intereses y actividades que nos apasionan, y construir una identidad sólida e independiente. Al hacerlo, fortalecemos nuestra capacidad para elegir relaciones desde la libertad, y no desde la necesidad o el temor a estar solos.
Capacidad de intimidad: confiar en los demás
La intimidad, por otro lado, es la habilidad de abrirnos emocionalmente y confiar en otra persona, algo esencial para construir una relación profunda y significativa. La falta de confianza puede limitar nuestra capacidad para formar relaciones cercanas, ya que sin confianza, evitamos la vulnerabilidad y las conexiones auténticas. Esto no significa que debamos ser vulnerables con todas las personas, sino que podamos identificar aquellos vínculos en los que es seguro abrirnos emocionalmente.
Para muchas personas, la intimidad representa un riesgo: el riesgo de ser rechazado, herido o decepcionado. Es natural que estos miedos aparezcan, especialmente si hemos tenido experiencias pasadas que erosionaron nuestra confianza en los demás. Sin embargo, evitar la intimidad puede llevarnos a vivir relaciones superficiales y sentirnos emocionalmente desconectados. La intimidad implica coraje y disposición para abrirnos a las emociones del otro, para crear un espacio seguro donde ambas personas se sientan libres de ser ellas mismas.
Un buen ejemplo de la importancia de la intimidad lo encontramos en las amistades profundas. Estas relaciones se construyen sobre la confianza y la apertura mutua, donde ambas personas pueden expresar sus pensamientos y emociones sin miedo a ser juzgadas. Al contrario, si no somos capaces de confiar y de permitir que otros se acerquen a nosotros, corremos el riesgo de mantenernos aislados emocionalmente, perdiendo oportunidades de conexión significativa.
La combinación de autonomía e intimidad
El equilibrio entre la autonomía y la intimidad es clave para un apego seguro y saludable. Una persona con un apego seguro es alguien que puede estar bien tanto en soledad como en compañía. Puede elegir compartir su vida con otra persona sin perder su identidad ni su independencia, y al mismo tiempo, abrirse emocionalmente y construir una relación significativa.
Este equilibrio no siempre es fácil de alcanzar y puede requerir tiempo y autoconocimiento. Por ejemplo, alguien que haya desarrollado un apego ansioso puede trabajar en fortalecer su autonomía, cultivando momentos de disfrute personal y reconociendo su propio valor, independientemente de las relaciones. A su vez, alguien con un apego evitativo podría enfocarse en la intimidad, permitiéndose confiar y conectarse emocionalmente con quienes les rodean.
Cuando logramos integrar autonomía e intimidad, nuestras relaciones se convierten en espacios de crecimiento y apoyo mutuo, en lugar de refugios donde escapamos de la soledad o el miedo. Este equilibrio nos permite conectar desde un lugar genuino, sin esperar que el otro llene vacíos o resuelva nuestras inseguridades.
A modo de reflexión final, comprender el apego como un conjunto de estrategias y no como un rasgo de personalidad fija nos abre la puerta al cambio y al crecimiento. El apego se forma en función de nuestras experiencias, pero también puede transformarse si estamos dispuestos a trabajar en nuestras habilidades de autonomía e intimidad. Al desarrollar ambas capacidades, nos volvemos personas más completas, que pueden disfrutar tanto de la soledad como de la conexión profunda con los demás.
Recuerda que la clave de las relaciones saludables no está en esperar que los demás llenen nuestros vacíos, sino en aprender a relacionarnos desde la libertad y la confianza. Como dijo el psicólogo Carl Rogers: “La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal y como soy, entonces puedo cambiar”. La verdadera fortaleza está en el equilibrio entre ser autónomos y ser vulnerables, en encontrar un punto medio donde podamos ser nosotros mismos, tanto en soledad como en compañía.
Alfredo Bastida Caro. Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Cc. de la Actividad Física y Deporte.