En nuestras conversaciones cotidianas, las palabras que elegimos pueden cambiar por completo el tono y el impacto de lo que queremos comunicar. Dos frases que parecen casi idénticas, pero que reflejan actitudes muy diferentes, son: “¿Me entiendes?” y “¿Me explícito?”. Aunque ambas buscan asegurar que el mensaje ha sido comprendido, cada una lleva consigo una carga distinta que afecta cómo la otra persona recibe nuestro mensaje.
Cuando decimos “¿Me entiendes?”, la pregunta se centra en el otro, en su capacidad para captar lo que intentamos expresar. Sin darnos cuenta, esta expresión puede sonar como una evaluación o una presión, especialmente si la conversación trata un tema complicado o sensible. Implícitamente, “¿Me entiendes?” puede sugerir que, si no ha quedado claro el mensaje, la responsabilidad es de quien escucha. Esto puede crear una distancia en la comunicación, o incluso hacer que la otra persona se sienta juzgada.
Por otro lado, al decir “¿Me explico?”, el enfoque cambia: quien habla asume la responsabilidad de transmitir el mensaje de forma clara y accesible. Esta expresión refleja empatía y apertura, invitando a la otra persona a plantear dudas o pedir aclaraciones sin sentir que hay una expectativa de que comprenda al instante. “¿Me explícito?” muestra que la claridad es una responsabilidad compartida y que estamos dispuestos a ajustarnos si hace falta.
Un ejemplo del día a día
Imaginemos una situación cotidiana en el trabajo. Supongamos que estamos explicándole un nuevo proceso a una compañera que acaba de unirse al equipo. Hemos hablado sobre varios pasos y detalles técnicos, y queremos asegurarnos de que ha comprendido todo. Al final de nuestra explicación, podemos preguntarle:
- “¿Me entiendes?” — Esta pregunta puede hacer que la persona sienta que está siendo evaluada o que debería haber entendido todo a la primera. Si tiene dudas, podría dudar en expresarlas, pensando que debería haber comprendido lo explicado sin problema.
- “¿Me explícito?” — Aquí, estamos sugiriendo que somos responsables de comunicar el proceso de manera clara. La persona probablemente se sentirá más cómoda pidiendo aclaraciones o planteando preguntas, ya que percibe que estamos abiertos a explicarlo de otra manera si es necesario.
Otra situación: en familia
Esta diferencia también se ve en las relaciones personales. Por ejemplo, imaginemos que estamos hablando con un familiar sobre un tema emocionalmente delicado. Quizás queremos expresar cómo nos sentimos respecto a algo que sucedió en el pasado. Al final, si decimos “¿Me entiendes?”, puede sentirse como una exigencia de que el otro capte completamente nuestro punto de vista, sin margen para su propio entendimiento. Sin embargo, al decir “¿Me explico?”, mostramos que estamos dispuestos a hacer un esfuerzo por transmitir mejor nuestro sentir, y que entendemos que el otro también puede necesitar tiempo o diferentes palabras para comprendernos.
Por Qué Elegir «¿Me Explico?» en Lugar de «¿Me Entiendes?»
Elegir “¿Me explícito?” Suele ser una forma más respetuosa y consciente de cerrar un mensaje, especialmente en contextos donde queremos construir una comunicación más empática. Esta frase refleja humildad y disposición a adaptarnos, creando un ambiente de confianza y colaboración.
Cambiar de “¿Me entiendes?” a “¿Me explícito?” Puede parecer un detalle menor, pero en realidad es una pequeña elección que abre la puerta a un diálogo más abierto y receptivo. Cuando ponemos el foco en cómo transmitimos nuestro mensaje, en lugar de esperar que el otro lo entienda sin más, fomentamos un entorno de comunicación en el que ambas personas se sienten valoradas y comprendidas.
En resumen
La próxima vez que quieras asegurarte de que alguien ha comprendido lo que dices, piensa en el impacto que quieres crear. Elegir “¿Me explícito?” no solo hace que el otro se sienta menos juzgado, sino que también envía el mensaje de que estás dispuesto a hacer un esfuerzo adicional por comunicarte con claridad. A través de esta pequeña pero poderosa diferencia, puedes construir relaciones más fuertes y efectivas, basadas en la empatía y el respeto mutuo.
Como dijo el escritor y filósofo Jiddu Krishnamurti: “Escuchar es un acto de silencio; sólo el silencio puede escucharse a sí mismo” . La verdadera comunicación empieza cuando escuchamos y nos abrimos a la posibilidad de que nuestro mensaje siempre puede ser mejor entendido, si nosotros mismos ponemos atención y cuidado en cómo lo expresamos.
Alfredo Bastida Caro. Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Cc. de la Actividad Física y Deporte.