Esta mañana, mientras caminaba hacia la oficina con la cabeza llena de ideas y tareas por ordenar, me he cruzado con una mujer que llevaba una camiseta blanca con letras negras que decía: «Haz que cada día cuente.»
Me ha parecido un buen regalo para empezar el día. Eran las 8:00 de la mañana y parecía que ese mensaje iba directo para mi. Cosas del Universo para que tome conciencia y esté presente en mi día, en fin… te sigo contando. He sentido que había recibido el mejor recordatorio posible para comenzar de buena mañana. Me hizo preguntarme:
¿Qué haría hoy para que este día cuente?
Porque la realidad es que no todos los días nos despertamos con claridad. A veces, amanecemos con la mente nublada, con demasiadas ideas, obligaciones o incluso deseos que compiten entre sí. Otras veces, simplemente nos dejamos llevar por la rutina y, sin darnos cuenta, nos fundimos con la inercia del día. Y cuando nos damos cuenta (como decía en otro post), ya ha pasado.
El peligro de vivir en automático
En un mundo que va tan rápido, no es raro vivir con la sensación de estar constantemente ocupados, pero no necesariamente conectados con lo que hacemos. Muchos días parecen simplemente “otro día más”. Y sin embargo, no lo son, de hecho, ayer por la noche, tuve esa sensación.
Cada día es una unidad de vida. Una cápsula de tiempo única. Una oportunidad de avanzar, de cuidarte, de tomar decisiones alineadas contigo, de agradecer, de contribuir o de descansar. Pero para que eso ocurra, hace falta intención.
¿Qué significa para mi “hacer que cuente”?
No tiene que ver con hacer grandes cosas todos los días, ni con una productividad forzada. Hacer que un día cuente puede ser tan simple como:
- Resolver una conversación pendiente que te daba vueltas en la cabeza.
- Dar un paso, aunque sea pequeño, hacia un proyecto que te importa.
- Decirle a alguien que le quieres.
- Prepararte una comida que nutra y te siente bien.
- Poner límites y dejar de estirarte para agradar a todo el mundo.
- Ocuparte de tu paz interior.
- O simplemente regalarte una pausa consciente, sin hacer nada, y respirar profundamente.
La clave está en ser consciente de lo que estás eligiendo vivir. No importa tanto si hoy resuelves 10 cosas o solo una. Lo que marca la diferencia es que esa cosa te acerque a la vida que quieres vivir.
Hay veces que me dicen, si Alfredo si, pero eso no es fácil (o eso es muy difícil), bueno no te digo que sea fácil ni difícil, pero es más fácil si llevas a cabo algunas ideas prácticas para reconectar con ese propósito diario, especialmente si sientes que vas en piloto automático:
- Empieza el día con una pregunta:
Al despertar, antes de mirar el móvil, pregúntate:
¿Qué puedo hacer hoy que me acerque a la vida que quiero vivir? - Haz una sola cosa importante al día:
No importa cuánto hagas, sino qué haces. Elige cada día una acción que, si la completaras, ya haría que el día haya valido la pena. - Regálate una pausa consciente:
Detente al menos una vez durante el día para respirar, observarte y reconectar. A veces, cinco minutos de presencia valen más que una hora de actividad sin sentido. - Cierra el día agradeciendo algo que viviste:
Antes de dormir, recuerda una cosa —por pequeña que sea— que te hizo sentir bien hoy. Eso entrena tu atención hacia lo valioso.
Un mensaje en una camiseta… y una oportunidad
A veces, los mensajes más poderosos llegan sin ruido. Aparecen en medio del tráfico, en una canción que suena, o en una camiseta cualquiera. Pero si estás presente, puedes recibirlas y aprender de ellas.
Hoy, ese mensaje me está acompañando, quizá también a ti te venga bien recordarlo: Haz que cada día cuente. No por exigencia, sino por amor a tu vida.
Alfredo Bastida Caro
Codirector de Coaching Camp. Coach Personal y Health Coach. Experto en Inteligencia Emocional y Programación Neurolingüística. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte.